Viernes 19 de Abril de 2024

SOCIEDAD

16 de marzo de 2017

La canasta bàsica de los adolescentes ¿cuánto cuestan los gustos?

Un chico/a de entre 13 y 18 años necesita casi $ 7 mil mensuales para sus gastos de esparcimiento, desde la comida rápida hasta las salidas y el celular.

Los adolescentes influyen cada vez más en el presupuesto familiar. Esto, sin dudas, se debe a su ingreso al circuito de consumo y a su independencia en la elección de lo que quieren, más allá de seguir dependiendo económicamente de sus padres o mayores.

En un informe desarrollado, en febrero, por la consultora Evaluecon y denominado Canasta Básica Adolescentes, se llega a la conclusión de que un joven (de entre 13 y 18 años) necesita contar con $ 6.850 para poder cubrir mínimamente sus gastos en base a lo que realmente consume por mes, más allá del poder de compra de los padres. 

Este estudio, realizado sobre la base de 400 casos, surge por la necesidad de comprender los procesos que desarrollan los adolescentes a la hora de seleccionar productos y establecimientos, o el papel de la familia y los iguales en la conformación de sus patrones de consumo.

La encuesta determinó que el patrón de consumo típico adolescente se basa en: gaseosas, comidas rápidas, snacks, golosinas, entretenimiento, alcohol, indumentaria, calzado, accesorios, lugares de encuentro, deportes y actividades extras. Quedan afuera de esta lista, por supuesto, necesidades básicas como alimentación, educación y abrigo.

Otro dato interesante a destacar es que a medida que el niño crece, gana en autonomía a la hora de tomar decisiones de compra, pasando de mero prescriptor de consumos familiares a comprador directo de algunas categorías de producto, con lo cual se transforma para las principales marcas y publicidades en un potencial comprador directo.

Es aquí cuando las publicidades y redes sociales marcan el camino, muchas veces, hacia donde van en conjunto los adolescentes en materia de patrones de consumo masivo.

De esto se desprende que los grupos de amigos, las publicidades y la priorización de la marca en determinados productos es la influencia más fuerte que reciben los chicos sobre la elección de lo que quieren.

 

¿Cómo y en qué gastan los adolescentes?

Los jóvenes son un mercado sólido para las empresas y las marcas, al menos en ciertas categorías de productos son fundamentales para ellas.

Vamos a los ejemplos. Belén (15) es la única, de los tres adolescentes consultados, que tiene un iPhone y lo consiguió gracias al dinero reunido por su cumpleaños. Angie (17) y Ramiro (14) poseen teléfonos móviles más básicos pero aspiran y desean uno que tenga la famosa manzanita en su reverso.

Ramiro está cerca de lograrlo ya que pronto viajará a Estados Unidos y está ahorrando para llegar al valor, aunque sabe que puede llegar a recibir una ayuda de sus padres. “Mi mamá me dijo que ahorre para comprarme el iPhone porque ella no me iba a comprar un teléfono tan caro”, comentó.

Para Angie, hoy su prioridad es un teclado (estudia piano), por lo que el iPhone quedará postergado para otro momento.

“Me pude comprar uno en un viaje que hice, pero administré mal la plata que me regalaron y me compré uno más barato”, dijo y agregó: “Mis padres me dijeron que me ayudarán para el teclado pero yo estoy cuidando niños y lo ayudo a mi papá en su empresa para poder ahorrar. Tengo esperanzas de poder llegar a tenerlo”.

En los tres casos, los padres coincidieron en que de ninguna manera le darían el gusto a sus hijos con la compra de ese teléfono y les sugirieron el ahorro como una forma de obtenerlo.

Lo curioso es que excluyendo el caso concreto de esta tecnología de punta, los tres chicos se consideran muy medidos en sus gastos, aunque resaltaron que siempre cuentan con plata de sus padres para lo que quieran realizar o tener.

“Una vez a la semana me dan 100 pesos para salir, aparte de lo que me dan para ir a rugby o para las meriendas. Si voy a comer con mis amigos me dan un poco más, pero normalmente nos juntamos en alguna casa”, comentó Ramiro, quien además de practicar rugby va al gimnasio.

Belén y Angie también suelen organizar juntadas con amigas en casas; lo que implica que el gasto en comida sea poco. Normalmente no van al cine ni a boliches, pero de vez en cuando hacen una visita a McDonald’s, y allí el gasto es por encima de los 100 pesos. Pero como es algo esporádico, lo pueden hacer.

Con respecto al consumo de indumentaria, los tres adolescentes no tienen preferencias de marcas, “aunque si es algo de marca está buenísimo”. Y tienen la posibilidad de comprar cuando sus padres realizan viajes o durante las vacaciones en países donde los valores son menores que en Argentina.

“Cada vez que quiero algo nuevo para un cumpleaños de 15, mi mamá o su novio atinan a comprármelo”, cuenta Belén y agrega: “Me encantaría tener más zapatos. Pero porque me gustan, no los necesito”.

 

A sacar cuentas

Mariana, mamá de Angie, es conciente del gasto de las actividades extras de sus hijos, pero aclara: “Priorizo lo que sea formativo para ella y que le de una herramienta para su futuro. Si yo divido gastos extras, prefiero que tenga un rédito para su formación”. 

Si bien las tres madres asumen que tienen límites con respecto a lo que les dan a sus hijos para gastos, evalúan el rendimiento en el colegio y su conducta en general a la hora de entregarles dinero para su esparcimiento.

“El año pasado le cortamos todas las actividades vinculadas al rugby porque no le fue bien en la escuela”, dice Mariela, madre de Ramiro.

“Pienso que siempre hay algo que quiere y no tiene, pero entiende mi negativa cuando le explico el motivo de por qué no le doy plata”, agrega.

“Es buena alumna, cumplidora y no hace actividades que demanden mucho dinero. Normalmente, le doy plata pero también le dejo muy claro y sabe el nivel de vida que llevamos; justamente para que no se deje influenciar”, comenta la mamá de Belén, Cristina.

¿Si a estas madres les sorprendió la suma a la que arribó la consultora? Sí; al comienzo de la charla, dos de las tres pensaron que era una exageración. Sin embargo, con un breve repaso por las cuotas de las actividades extras de sus hijos, sumados los implementos para desarrollarlas, las salidas, el entretenimiento y la compra de ropa y accesorios, entre otros, cayeron en la cuenta de que rápidamente se llega a esa cifra mensual. Por lo que no les pareció descabellada.

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