Viernes 19 de Abril de 2024

DESARROLLO SOCIAL

2 de noviembre de 2016

Adaptarse a un nuevo modo de procesar el conocimiento

Internet representó un brusco cambio para el conocimiento.

Desde el punto de vista funcional, el cerebro es algo plástico que siempre está evolucionando. Si analizamos la historia de la humanidad, éste es un progreso permanente. Quizás ahora se vea más reflejado por el brusco cambio que representó Internet para el conocimiento. Sin embargo, ya habíamos evolucionado con la aparición de la escritura y de los libros, y luego con la calculadora y la fotografía.

El cambio cultural para la forma en que se procesan las ideas fue en 1981, cuando se inició la distribución de la primera PC hogareña. Con la llegada de Internet, a fines de los noventa, se empezó a delinear la idea de una biblioteca universal del conocimiento. Lo predijo Isaac Asimov cuando habló sobre un futuro en el que los cerebros estarían unidos a una gigantesca biblioteca. Los teléfonos inteligentes se convirtieron en un oráculo que responde todas nuestras dudas al instante.

 

Las modificaciones introducidas por la tecnología afectan claramente la manera en que el cerebro procesa y almacena los datos. Internet es ahora nuestra memoria transactiva. No memorizamos datos, sino el camino para encontrarlos, lo que llamamos el "efecto Google". Cambió el patrón de lectura: no es más lineal, porque exploramos las pantallas en busca de los datos.

   

Y aquí llegamos a otro tema conflictivo que señala la Academia Americana de Pediatría (AAP): ¿cuánto tiempo frente a una pantalla? Su luz azulada altera el ritmo circadiano y favorece el insomnio. A más pantallas, menos tiempo para otras cosas.

 

Hoy, las hay en todas partes y la mayoría de los chicos tienen acceso al teléfono móvil de sus padres e, incluso, reciben de regalo una tableta. Por esta razón, la AAP publicó las nuevas recomendaciones para padres respecto de su uso: nada antes de los 18 meses; contenido de alta calidad entre los 18 y 24 meses y, a partir de los 6 años, equilibrio y sentido común.

En síntesis, es notable cómo la organización flexibilizó las limitaciones actuales respecto de las anteriores, que eran más rígidas, para adaptarse a una realidad que ya forma parte de nuestro nuevo mundo contemporáneo. Estamos ante una "nueva era".

 

El autor es neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires.

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