Jueves 28 de Marzo de 2024

CULTO

12 de junio de 2018

Ser sal y luz con nuestro compromiso de fraternidad

Por: Omaira Martínez Cardona

Todos debemos contribuir a crear “un mundo nuevo, un proyecto común” y hacer un mundo más habitable.

Debemos fomentar una alianza mundial para el desarrollo”. El eslogan es “un mundo nuevo, un proyecto común”. Un mundo nuevo donde aumenten las relaciones de fraternidad que se traduzcan en hechos concretos: respeto a los derechos humanos, agricultura sostenible, respeto al medio ambiente, acceso a las medicinas, creación de infraestructuras, aumento de la ayuda al desarrollo, etc.. Y todo ello a niveles personales y sociopolíticos. Ser sal y luz con nuestro compromiso de fraternidad  que se traduzcan en hechos concretos: respeto a los derechos humanos, agricultura sostenible, respeto al medio ambiente, acceso a las medicinas, creación de infraestructuras, aumento de la ayuda al desarrollo, etc.. Y todo ello a niveles personales y sociopolíticos. Ser sal y luz con nuestro compromiso de fraternidad que surge de la llamada de Jesús a ser felices y hacer un mundo más habitable. 

En la Primera lectura nos dice:

 Así dice el Señor:
«Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, 
viste al que ves desnudo, y no te cierres a tu propia carne. 
Entonces romperá tu luz como la aurora, 
enseguida te brotará la carne sana; 
te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. 

  Y San Pablo: Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la. Sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16

  En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. »
 

Estamos viviendo el tiempo litúrgico, tiempo que se encuentra entre los dos polos de la vida de Jesús, su nacimiento y su muerte - resurrección. Tiempo que nos permite vivir la vida de Jesús, día tras día, para que se vaya convirtiendo en nuestra propia vida. Jesús muestra todo su programa de vida a sus discípulos y a la gente.

Vivir esos valores supone ser “sal” de la tierra, sal que sala, que da sabor, sazona, sal que evita la podredumbre, algo necesario en el país de Jesús y en muchos pueblos del tercer mundo, también hoy en día en nuestras modernas ciudades cuando nieva se tira sal al suelo para “no resbalar” para no dar patinazos. Todo esto lo tenemos que aplicar a nuestra vida espiritual, tenemos que dar un buen sabor, tenemos que dar consistencia con nuestra fe, tenemos que evitar patinazos para ser cada día mas auténticos.

Y tenemos que ser “luz”, personal y comunitariamente, en nuestro mundo tan confuso y perdido. El domingo pasado veíamos como Cristo es la LUZ VERDADERA, celebrábamos la fiesta de la luz, las candelas, hoy nos invita a ser nosotros su luz, trasmisores de la claridad de su Palabra, disipadores de las tinieblas del pecado, portadores de un buen aceite para nuestras lámparas.

En estos tiempos modernos no valoramos mucho eso de la luz, encendemos la lámpara y podemos ver, en tiempos de Jesús era más complicado, tener luz era estar pendientes de tener velas y aceite para las lámparas en casa, en la reserva, de lo contrario te quedabas a oscuras, valorabas más el poder ver en medio de la oscuridad. Esta luz de Cristo es acumular el aceite de las buenas obras, del esfuerzo, del trabajo, de la solidaridad, del compartir.

 

 Ser sal y luz que ya nos sugiere el profeta Isaías como hacerlo (1ª lectura), ser sal y ser luz que como a Pablo nos lleva a anunciar con palabras y obras a Jesús crucificado”.

 

 

 

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