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ESCUELA DE PADRES
5 de mayo de 2018
¿Estamos preparando a nuestros jóvenes para el futuro? No solo debemos proporcionar el conocimiento necesario sino que debemos reestructurar el actual modelo de educación.
En un mundo globalizado y conectado donde la tecnología cada vez es más eficiente y necesaria, la pregunta que se nos viene a la cabeza es: ¿Estamos preparando a nuestros jóvenes para el futuro?
En esta educación del futuro o educación para el futuro, no solo debemos proporcionar el conocimiento necesario sino que debemos reestructurar el actual modelo de educación y entender las competencias y características que deben ser estimuladas y enseñadas para los trabajos del futuro. A continuación, os dejamos nuestra aportación.
La ambición puede incrementar notablemente las oportunidades de muchos jóvenes. De hecho, muchos empresarios priorizan la actitud a la hora de elegir candidatos y, solo después, analizan la formación y experiencia. La voluntad de aprender, el interés y el compromiso son características que se destacan y que aseguran que el candidato es capaz de cumplir con sus objetivos, sin importar las circunstancias.
Todo el mundo puede conseguir diplomas (con más o menos esfuerzo) pero una de las características más valiosas para un candidato no se enseña en la escuela: los valores. Los valores personales pueden marcar la diferencia en un grupo de trabajo o en toda una empresa así como influir en la forma en la que las decisiones son tomadas. Sin duda, algo muy a tener en cuenta.
La gran mayoría de los jóvenes no tiene nada claro a qué se quiere dedicar profesionalmente. De hecho, son muchos los que se ven desafiados a escoger una carrera y, posteriormente, entrar en el mercado laboral sin una noción real de sus funciones, con la esperanza de que la experiencia les clarifique su vocación.
¿No sería mucho más fácil explorar esto de antemano? Enseñar a los jóvenes a reflexionar sobre su papel en la sociedad y su camino les ayudará a adquirir mayor autonomía y confianza para buscar su sitio en el mercado de trabajo.
Posicionarse en el mercado de trabajo no solo es cuestión de formación académica. Muchas veces son aún más importantes otras habilidades complementarias, también conocidas como competencias transversales. Algunos ejemplos destacados son la comunicación interpersonal, las habilidades de negociación, la capacidad de presentar ideas de forma clara, etc.
Este tipo de habilidades deben ser estimuladas a lo largo de la vida académica del estudiante para que luego puedan convertirse en una ventaja competitiva a su favor.
Este punto puede generar un poco de discusión ya que con tener experiencia no nos referimos a haber trabajo en otra empresa sino más bien a actividades pasadas que puedan ser transferidas a la situación actual. Actividades extraescolares, programas de entrenamiento, asociaciones, grupos, blogs… todo esto son formas de adquirir conocimiento y experiencia y deben ser fomentadas.
Estimular la búsqueda del conocimiento e involucrar a los jóvenes en cosas nuevas de manera regular hará despertar su interés en determinadas actividades. Por otra parte, la curiosidad intelectual de los jóvenes, los conduce a estar más informados y dispuestos a crecer profesionalmente. Cuanto más inspirados y motivados, más espacio para explorar, crear e innovar.
La curiosidad se puede insertar en la escuela y la rutina académica a través de actividades no convencionales como desafíos, lecturas, presentaciones, etc. ¿Quieres saber más? Echa un vistazo a nuestro post sobre estrategias de enseñanza alternativas.
Cambiar el contexto en el que ponemos a los jóvenes es importante. Por eso, los siguientes 4 puntos deben ser considerados:
Animar y ayudar a los jóvenes a adaptarse a diferentes entornos y desafiarlos continuamente, los convierte en personas más ingeniosas y creativas. Esto les abre un amplio abánico de posibilidades para el futuro como, por ejemplo, el emprendimiento.
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