Sabado
5 de Octubre de 2024
1 de abril de 2019
El mundo de hoy les prometa atajos tangibles para llegar al dinero y a la fama con el fútbol, la música, la política u otras atractivas puertas al supuesto éxito.
La combinación de estos factores es determinante para que dejar los estudios sea una de las primeras y más lamentables opciones.
Las razones del ausentismo y la deserción son múltiples, pero se pueden resumir en tres ítems contundentes: situación económica, apoyo familiar e interés. La combinación de estos factores es determinante para que dejar los estudios sea una de las primeras y más lamentables opciones.
La única salvación para este presente tóxico donde manda el dólar y no la cordura política es ponerle todas las fichas a la educación.
Crear todas las condiciones posibles para que no haya niño, adolescente ni joven que prescinda del estudio, aunque el mundo de hoy les prometa atajos tangibles para llegar al dinero y a la fama con el fútbol, la música, la política u otras atractivas puertas al supuesto éxito.
La primera explicación (o justificación) que surge para explicar que tantos chicos queden en el camino en todo el país es, sin duda, la complicada situación económica de la Argentina. Pero no es la única. El modelo educativo hace años que está en cuestión y la falta de sintonía entre las expectativas de los chicos del secundario y la oferta de contenidos es una brecha innegable.
Para el especialista en educación e innovación, Juan María Segura, esto ocurre porque "la secundaria, excesivamente escolástica, no tiene ese contacto con la vida real que debería tener para tener más significado para los chicos. Y esto es lo que produce que, en parte, los chicos abandonen la escuela. El 40% de los alumnos que dejan las aulas en Latinoamérica, de acuerdo a una investigación de Unesco de 2013, lo hacen porque la escuela aburre. Y les aburre porque no interactúan con problemas de la vida cotidiana como si lo hacen fuera de la escuela".
Según datos del Observatorio Argentino por la Educación, el 70 % de los alumnos que ingresan a la escuela secundaria en la Argentina no llegan a terminarla en el tiempo estipulado, ya sea por repitencia o abandono.
La única conclusión posible -y provisoria- es que el ámbito educativo sigue siendo uno de los espejos que mejor definen la Argentina. Ahí se ven con claridad meridiana cuáles son las prioridades de los gobiernos, la falta de inversión, los magros sueldos, la falta de capacitación, las expectativas frustradas de alumnos, docentes y funcionarios probos, los sanos intentos de contener a los estudiantes en las aulas, los padres comprometidos y los padres barrabravas. Un espejo al que pocos quieren asomarse porque no les interesa.
"No alcanza con que el Estado haya mejorado los parámetros evaluativos o la infraestructura –con una inversión de $26 millones a una suma superior a los $700 millones–, porque están faltando chicos que por causas económicas o sociales se dispersan. Por ello, con este programa buscamos encontrar los motivos, acercarnos a la familia para que ese chico esté nuevamente en la escuela”, reconoce la directora del Colegio Facundo Quiroga.
El trabajo de terreno para que chicos y chicas vuelvan a la escuela consiste en ir a la casa, hablar cara a cara con la familia y desentrañar in situ por qué el alumno no está asistiendo a clases.
Desde las escuelas comunes y privadas se busca no llegar a la instancia del ausentismo, trabajando en detectar cada señal para brindar soluciones a tiempo que eviten que la salida más fácil para una familia en problemas sea abandonar la escuela.
Algunos datos del ausentismo (28 o más faltas injustificadas) en la provincia como para poner en contexto: nivel inicial 4,70% (de un total de 49.912 alumnos); primaria 3,85% (de 192.812), secundaria orientada 4,74% (de 63.646) y secundaria técnica 2,35% (de 32.901).
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