Sábado 20 de Abril de 2024

29 de enero de 2020

La humildad camino a la gratitud

Hay que ser primero humilde, cualidad de la que las personas permanentemente insatisfechas suelen carecer.

Por: Por:Redacciòn colegio"Facundo Quiroga"

Hay personas que parecen capaces de agradecer todo aquello que la vida les pone en su camino sin aparente esfuerzo, y sin embargo otras a las que les cuesta un mundo porque todavía no han aprendido cómo hacerlo.

Si esperamos despertar cada mañana es poco probable que nos sintamos agradecidos por estar vivos.

Gratitud y Humildad

Hay personas que parecen capaces de agradecer todo aquello que la vida les pone en su camino sin aparente esfuerzo, y sin embargo otras a las que les cuesta un mundo porque todavía no han aprendido cómo hacerlo.

Muchas de estas últimas parecen incapaces de practicar la gratitud porque casi nunca están conformes ni contentas con lo que tienen y les sucede, por no hablar de que siempre quieren más y nunca se sienten saciadas o satisfechas.

Esta actitud de la queja y la insatisfacción permanentes me recuerda a un pequeño pasaje que dice:

En una ermita, ante una imagen de la Virgen, un hombre joven lloraba quejándose porque no tenía zapatos, hasta que detrás de él escuchó los lamentos de un viejo que, de rodillas, lloraba porque no tenía pies.

¿Será necesario encontrar a alguien que sufra más que yo para aprender a agradecer lo que tengo?

Sinceramente no lo creo y estoy seguro de que tú tampoco, a pesar de que en ocasiones nos haga falta verlo de esta manera para reaccionar. 

Para mí la gratitud es una actitud que nace de la humildad, por lo tanto para ser agradecido hay que ser primero humilde, cualidad de la que las personas permanentemente insatisfechas suelen carecer.

Ser humilde implica entre otras cosas:

  • Reconocer nuestros errores y limitaciones.
  • Estar dispuesto a equivocarse y a aprender.
  • Saber pedir perdón.
  • Ayudar, respetar y valorar a los demás.
  • Dejar de presumir o alardear.
  • Ser generoso.
  • Hablar menos y escuchar más.

Y no deberíamos confundir ser humilde con ser servil porque son dos cosas totalmente diferentes.

Lo servil está relacionado con la servidumbre y la baja estima, con lo rastrero incluso, sin embargo la humildad no solo es perfectamente compatible con una alta estima sino que además la fomenta.

Las personas humildes son las que mejor se valoran practicando el respeto por sí mismas, para a partir de ahí respetar y valorar a los demás.

Emplear todas estas cualidades propias de la humildad y alguna otra para mejorar en el trato y en la comunicación con los demás, lleva al goce eterno de la empatía y aceptación del prójimo. 

Practicar la Gratitud

La expresión de gratitud más simple que conozco consiste en una mera sonrisa y un gracias que le haga saber a la otra persona que su presencia, su palabra, su silencio, o sus actos, son importantes, y que de alguna manera nos ayudó con lo que hizo (aunque no lo hiciera para ayudarnos).

Se trata de demostrar respeto y de valorar lo que los demás hacen por nosotros independientemente de cual sea su motivación para hacerlo.

Estoy segura de que eres capaz de imaginar alguna ocasión en que has recibido de otra persona un amable gracias acompañado de una sonrisa sincera, ¿recuerdas como eso te hizo sentir?

Deja que yo te lo diga: agradecido

El agradecimiento sincero genera a su vez más agradecimiento, y es ahí cuando se produce lo que yo llamo ‘el billete de vuelta’, es decir, la respuesta que recibimos de los demás y que, en muchas ocasiones, comienza con un sencillo ‘de nada’ o un ‘no hay de que’, aunque mi preferida y la que más me gusta emplear es ‘(gracias) a ti’.

Pero no solo se trata de agradecer a los demás, sino que también debemos empezar por valorarnos y agradecernos a nosotros mismos todo lo que somos y lo que hemos conseguido, mucho más allá de los errores cometidos y de todas nuestras limitaciones.

Esto hará que podamos apreciar, valorar y vivir el presente, aceptando la vida tal como es y alejando la insatisfacción derivada de pensar en cómo creemos que debería ser.

La gratitud además es como un músculo que a medida que lo entrenamos se hace más fuerte, y de esta manera nos permite percibir cada vez más cosas por las que sentirnos agradecidos.

Por eso es importante ser constantes y entrenarlo con regularidad y de forma consciente. No sirve de nada decir gracias de forma automática y como mera fórmula de cortesía si no estamos presentes y lo sentimos sinceramente.

Cantidad y calidad han de ir de la mano y cada vez que agradezcas tienes que sentirlo.

Estos son los dos ejercicios básicos que te propongo:

  1. Trata de ser más consciente prestando atención al presente para así poder percibir todo aquello por lo que podrías sentirte agradecido.
  2. Cada vez que descubras algo, párate a sentirlo y a continuación exprésalo como mejor te parezca: háblate a ti mismo, díselo a alguien, o realiza cualquier acción que manifieste tu gratitud.

Con el incremento de tu atención hacia el presente, y con la práctica y la repetición de estas positivas sensaciones, un nuevo mundo se abrirá ante tus ojos, porque verás las cosas desde una perspectiva diferente que te ayudará a incrementar tu nivel de bienestar y el de los demás.

Si no estás haciendo que la vida de alguien sea mejor, entonces estás desperdiciando tu tiempo.

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