Sábado 27 de Abril de 2024

9 de septiembre de 2017

Las notas en íntima relaciòn con las emociones

El miedo al castigo es una de las emociones negativas más profusamente desarrolladas en la educación tradicional.

Las emociones configuran complejos procesos que regulan nuestras vidas. A modo de red, estructuran nuestras personalidades. Se expresan a través de disposiciones que refieren a la calidad de lo que en nosotros está realmente disponible para relacionarnos con los otros, las cosas, la naturaleza y nuestra propia mismidad; es decir, con nosotros mismos.

Tienen un lugar fundamental en la calidad de nuestras vidas. Una persona atormentada por sus emociones, por ejemplo, difícilmente podrá tener una buena calidad de vida.

Más que “tener” emociones, “somos” nuestras emociones. Junto a nuestros pensamientos y nuestro cuerpo, las emociones “hablan” principalmente de quienes somos realmente.


Hay un lenguaje oral, otro corporal, y también una lógica y un lenguaje emocional, particular, que se expresa de modo específico.


Como dijimos, tienen un funcionamiento en red, la cual activa asociaciones con nuestras emociones pasadas, de modo que una situación problemática o un conflicto actual produce un estímulo no sólo relacionado con la emoción y el conflicto presente, sino también con emociones históricas pasadas.

En este sentido, podríamos decir que hay una memoria emocional que incide en el lenguaje corporal (las expresiones faciales, por ejemplo) y en el lenguaje verbal (el tono de la voz).

Se reconoce ya el desarrollo de la inteligencia emocional como parte de las inteligencias múltiples del ser humano. Hasta en los enfoques de las ciencias cognitivas más duras –que estudian cómo procesamos la información y cómo se configura el pensamiento– se considera la importancia de la inteligencia emocional en esos procesos de conocimiento.

El propio significado de conocimiento se ha ido ampliando y se contempla no sólo el aspecto intelectual, sino también lo corporal y lo emocional.

Los miedos

El miedo al castigo es una de las emociones negativas más profusamente desarrolladas en la educación tradicional autoritaria. La vida se llena de amenazas y nos sentimos inseguros.

Una consecuencia principal es que los miedos paralizan nuestras acciones, inhiben nuestras posibles maneras de participar en actividades y nos va formando como sujetos pasivos.

También nos generan culpas, porque los discursos y acciones que generan miedos tienden a hacernos sentir merecedores de los probables castigos que nos amenazan. Esto atenta contra el fortalecimiento y la expansión de la personalidad y nos lleva a refugiarnos en algún modo de evasión.

Los miedos a los castigos y la culpa configuran la herramienta emocional principal de la educación tradicional autoritaria, lo cual facilita el dominio cultural. Se opone a la autonomía de los alumnos y generan una dependencia excesiva.

Los alumnos tienden a confiar poco en sí mismos y ello los hace vulnerables para ser manipulados. Tienden a renunciar al respeto de sus derechos y a manifestarse como anestesiados.

La culpa y los miedos funcionan como conciencia moral interna que los paraliza y los subordina a reglas que producen sufrimiento, lo que impide que expresen sus deseos.

Los autorreproches, la vergüenza, los autocastigos, el autodesprecio, etcétera, conducen a acciones autodestructivas que alteran el crecimiento.

Las emociones se desarrollan en las experiencias que vivimos. Desde el enfoque pedagógico de una nueva educación integral, se trata de generar condiciones de posibilidades receptivas, expresivas y comunicativas, que potencien la personalidad de los alumnos.

*Rector fundador de la Escuela Nueva Juan Mantovani, titular de la cátedra de Pedagogía, UNC.

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