Sábado 5 de Octubre de 2024

EDUCACION

15 de septiembre de 2019

Padres eficaces no hay receta mágica

Muchos padres piensan que su adolescente se comunica mejor con cualquiera que con sus propios padres, aunque sean unos padres maravillosos.

Al entrar en la enseñanza Secundaria hay una cierta relajación en la atención que los padres prestan a sus adolescentes. Nada más equivocado pues necesitan la misma cantidad de atención y cariño que cuando era más pequeño, o incluso algo más.

El desarrollo mental y emocional del adolescente puede resultar muy agradable y beneficioso para toda la familia: Nuevas formas de enfocar problemas, conocer por dónde van los intereses de la juventud, distintas opiniones sobre temas sociales, etc.

Cada familia tiene sus formas de pensar y sus prioridades, no obstante las investigaciones han demostrado algunas cualidades comunes en los padres eficaces: Demuestran amor. Los adolescentes necesitan poder contar con sus padres, que se comuniquen con ellos, que les dediquen tiempo y que demuestren que se preocupan por su bienestar. Los padres pueden querer a sus hijos al tiempo que rechazar lo que hacen, y los chicos deben estar seguros de que esto es cierto.

Apoyan. A pesar de considerar poco importantes algunos problemas del cuando se esfuerzan y aliento para desarrollar sus intereses.

Ponen normas. Fijar límites en el comportamiento hace sentirse emocionalmente seguros a niños y adolescentes. Poner normas y supervisar que se cumplen de forma consistente y adecuada a la edad y la etapa de desarrollo facilita un desarrollo equilibrado y un mayor ajuste psicológico en la edad adulta.

Huir de extremos autoritarios o indulgentes fijando límites y normas claros, razonables y bien

explicados es la mejor estrategia posible.

Dan ejemplo. Mientras exploran distintas posibilidades de quien quieren ser los adolescentes buscarán ejemplos en sus padres, familiares, amigos, personalidades u otras personas, pero sobre todo en sus padres.

Enseñan responsabilidad. El sentido de la responsabilidad se adquiere con el tiempo. Según crecen aprenden a responsabilizarse de: sus tareas escolares, ordenar su habitación, colaborar en faenas domésticas, participar en actividades sociales, y aceptar las consecuencias de sus buenas o malas decisiones.

Facilitan experiencias. Según los recursos de cada familia conviene facilitarle que conozca nuevas cosas.

La curiosidad le hará probar nuevos deportes, o nuevos intereses académicos, experimentar expresiones artísticas, o probar en actividades sociales o religiosas diversas. No le desalienten ni pierdan ustedes la paciencia, la exploración es parte fundamental de la adolescencia.

Respetan. Es falso que todos los adolescentes sean rebeldes y difíciles, pero es cierto que necesitan ser tratados con respeto, que se reconozca y aprecien sus diferencias y se les trate como personas.

No existen los padres perfectos. Una mala contestación o decisión dada un “mal día” no tiene por qué afectar a su hijo de por vida. Lo importante es lo que usted haga de forma habitual, el día a día.

Muchos padres piensan que su adolescente se comunica mejor con cualquiera que con sus propios padres, aunque sean unos padres maravillosos. La clave parece estar en ser curioso (interesarse por sus cosas) pero sin interferir demasiado.

Esforzarse por respetar la necesidad de privacidad del adolescente (“son mis cosas”) al tiempo que se establece confianza y cercanía emocional. Si se establecieron hábitos de comunicación durante la infancia con el adolescente será más fácil, no obstante siempre es posible mejorar la comunicación con un hijo o hija adolescente. 

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